El rápido desarrollo de Dubái es un hecho que impresiona. Tanto como comparar distintas etapas de la ciudad en las última décadas.
Dubái es la viva imagen de la paradoja: un oasis entre el océano Índico y el desierto de Arabia, una ciudad avanzada, llena de refulgentes rascacielos, proyectos arquitectónicos que quitan el hipo, de lujo obsceno y de tecnología punta, y a la vez, con unas condiciones “menos que humanas” para los trabajadores extranjeros según Human Rights Watch, “modestia” obligatoria al vestir en las mujeres, que no deben enseñar la parte superior de los brazos ni las piernas, detenciones por besarse en público, ilegalidad del sexo fuera del matrimonio y pena de muerte para los homosexuales, entre otras cosas, por sus leyes islámicas o la sharia: del siglo XXI por fuera, de la Edad de Bronce por dentro.
A la vista, en economía y urbanismo, Dubái ha cambiado muchísimo en las últimas décadas, pasando de ser una ciudad subdesarrollada a casi futurista, de la arena del desierto a la pavimentación y de las calles y los caminos polvorientos a la grandes autopistas, de la exportación de perlas recolectadas por grupos de pescadores a la de petróleo del Golfo Pérsico, de la pequeña economía al gran comercio internacional y los negocios financieros globales, al turismo, la aviación y las telecomunicaciones. La explotación de los yacimientos petrolíferos que habían descubierto y cobrar importancia y fortalecerse años después de incorporarse a los Emiratos Árabes Unidos son las principales razones del aumento exorbitado de su riqueza y del desarrollo urbanístico. No hay más que comprobar las impresionantes diferencias en las fotografías que podéis ver a continuación.
Agradecemos a César Noragueda
Fuente: http://bit.ly/1l2tCZH
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