El género chico de la narrativa puede ser tan satisfactorio como una buena novela. He aquí mi selección de relatos recomendados.
Los buenos cuentos son breves artefactos narrativos que, puesto que no disponen del espacio y el tiempo suficientes para encandilar poco a poco como las novelas decentes, se las arreglan para causar una gran impresión a los lectores en sus pocas páginas, ya sea con giros imprevistos, exhibiendo una gran agudeza en el análisis de las relaciones y los sentimientos humanos o porque el propio texto es una delicia de composición. Si queréis comprobar lo que digo, no os perdáis las narraciones de las que os hablo en las siguientes líneas.
Los cuentos satíricos de Voltaire
François Marie Arouet, que así se llamaba en realidad el pillo de Voltaire por si no lo sabíais, era un sujeto con un ingenio y un sentido del humor que pocos igualaban en su época. Y es inevitable que eso se note muchísimo, no sólo en los escritos filosóficos que nos dejó, sino también en sus cuentos, sátiras filosóficas del mundo europeo al que azotó siempre y quiso alumbrar, fiel al espíritu ilustrado de su tiempo. Si uno lee Memnón o la sabiduría humana, sobre quien quiso ser completamente cuerdo, la fantasía cósmica de Micromegas, el célebre Cándido o el optimismo, la muestra del francés medio que es El hombre de los cuarenta escudos o la descacharrante Historia de los viajes de Escarmentado, publicados entre 1752 y 1768, resulta difícil no maravillarse por el elogio a la misma inteligencia que suponen.
Las tétricas leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer
Nuestro Bécquer, que en verdad se apellidaba Domínguez Bastida, le dio un digno colofón a la narrativa romántica tardía con unas narraciones que de veras ponen los pelos de punta, escritas entre 1858 y 1864 y recorridas por los amores trágicos, la locura y la muerte, pero en un nivel descriptivo de horror que las hace muy vívidas y, así, de lo más espeluznantes. El busilis de Maese Pérez, el organista, la orgía del espanto que es El monte de las ánimas y la inquietud de El miserere son buenos ejemplos de ello.
‘La pata de mono’, de WW Jacobs
Se me antoja bastante irónico que la obra más conocida de Jacobs, autor mayoritariamente humorístico, sea este impresionante cuento de terror. Pero dice mucho y bueno de él su capacidad para provocar la risa y también horrorizar de la forma en que lo hace en La pata de mono, publicada en 1902 No encontraréis demasiados relatos en los que el aumento de la tensión sea tan palpable hasta llegar a una apoteosis tan sensacional como la suya. No por nada ha sido homenajeado en varias ocasiones en series de televisión, como en aquel episodio de Halloween de The Simpsons, “Treehouse of Horror 2” (1991), o en uno de los mejores de la muy irregular Buffy, the Vampire Slayer, “Forever” (2001). Así que animaos con él; hay suficientes razones para no perdérselo.
‘Un día perfecto para el pez plátano’, de JD Salinger
Permitidme que empiece a hablaros de este relato pidiéndoos disculpas por cómo os vais a sentir cuando terminéis de leerlo; pero quizá, como yo mismo, os lo tengáis merecido aunque no lo queráis reconocer. Salinger hizo de él además, entre otras cosas, uno de los mejores alegatos pacifistas de la literatura, escrito en 1948 Merece la pena la experiencia que nos brinda.
Las fabulosas historias de Julio Cortázar
Si alguien conoce a un autor de relatos mejor que Cortázar, debería reconsiderarlo o, al menos, que me lo recomiende. Las narraciones breves del argentino aúnan una escritura que es un delirio de hermosura y unas ideas tan imaginativas e inesperadas que le dejan pasmado a uno. Recomiendo encarecidamente la lectura de ese texto esplendoroso que es Continuidad de los parques, de El río y su turbulenta historia de amor, del sorpresivo La isla al mediodía y del certero Liliana llorando, publicados entre 1964 y 1974. Si con ellos no os enamoráis de Cortázar y decidís devorar el resto de sus historias, será mejor que volváis a leerlos.
‘Dibujos animados’, de Carlos Brühbeck
Para terminar, quiero darme el gusto de invitaros a leer un espléndido relato de este autor poco conocido, premiado en un certamen que me tuvo entre sus seleccionadores en 2007; destacaba tanto que no había duda de que debíamos elegir esta historia de un hombre que se desvía de su camino y piensa en una mujer difícil. Se ha ganado el sitio entre el resto de sus compañeros de esta selección.
Agradecemos a César Noragueda
Fuente: http://bit.ly/1l2tCZH
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