¿Qué importancia puede tener un Ig Nobel donde vemos a una rana levitar? Las investigaciones más asombrosas pueden enseñarnos algunas lecciones impresionantes sobre lo que esconde la naturaleza en sus fenómenos.
¿Qué puede haber más satisfactorio para un científico que ganar un premio Nobel? Ese galardón reconoce a nivel mundial la importancia sin igual de tu trabajo. Por otro lado, los premios Ig Nobel también son dignos de orgullo. Estos premios que "primero te hacen reír y luego pensar" son otorgados a las investigaciones que parecen más extrañas pero que esconden secretos sorprendentes sobre el mundo que nos rodea. El físico Andre K. Geim puede alardear de tener ambos premios. Gracias a su trabajo con el grafeno, en 2010 obtuvo el premio Nobel de Física junto a Konstantin Novoselov. Pero volviendo 10 años atrás en el tiempo resulta que Geim fue premiado con el premio Ig Nobel de la misma categoría gracias a una inusual demostración: Geim consiguió hacer levitar a una rana mediante un campo magnético. ¿Qué tiene esto de especial? Bueno, si todavía no estás sorprendido, lo mejor será que te expliquemos por qué deberías estarlo.
De levitrones y ranas
Todos sabemos qué es un imán. Lo hemos visto funcionar a pesar de que no sepamos del todo por qué funciona. El (electro)magnetismo afecta a toda la materia del universo debido a la naturaleza de las moléculas. Ciertos materiales son más sensibles a los campos magnéticos. Algunos materiales son capaces de generar, incluso, fuertes campos magnéticos con los que otros interaccionan de diversa manera. Por ejemplo, los materiales que son atraídos por estos campos, como el hierro, son metales paramagnéticos. Pero también existen los que son diamagnéticos, los cuales repelen con mucha fuerza la existencia de estos campos. Esto puede utilizarse para hacer levitar cosas. Un material diamagnético perfecto puede someterse a un campo magnético, el cual lo "envuelve", ya que no puede atravesarlo, suspendiendo el objeto en el aire. La fuerza que repele al campo magnético se iguala a la gravedad, consiguiendo la levitación. Unos materiales diamagnéticos perfectos, por ejemplo, son los superconductores. Por eso se utilizan en la construcción de los trenes superrápidos o maglevs, de los que ya os hemos hablado. La levitación magnética se estudia ya que nos permite hacer que un vehículo se mueva a una velocidad increíble ya que solo tiene que luchar contra el rozamiento del aire.
Por otro lado, existen otros usos de los "levitrones" (nombre que en realidad pertenece a una marca de juguetes). Podríamos emplearlo para suspender plasma fundido (el cual desharía cualquier materia que tocara) o para mecanismos logísticos. Ahora, los imanes y los superconductores no son los únicos materiales sensibles a los campos magnéticos. Ni mucho menos. De hecho, toda la materia es capaz de reaccionar de una manera u otra al magnetismo. Solo que la interacción suele ser tan débil que el resto de fuerzas la anula sin problema. Y para demostrar que esto es así, al Geim, no se le ocurrió otra cosa que demostrarlo con un animal vivo. Así que escogió una diminuta rana y la sometió a un intenso campo magnético. Para que nos entendamos, el campo magnético es cientos de veces más potente que el usado con un superconductor. Y esto solo sirve para anular la pequeña fuerza que ejerce la gravedad sobre su diminuto cuerpo. Pero la rana levitó. Y levitó debido a la capacidad de su cuerpo de reaccionar ante un campo gravitatorio. Tal y como podría hacer cualquier otro cuerpo sobre este pequeño planeta.
¿Por qué una rana?
El equipo de Geim y Berry no solo hicieron levitar una rana. Una rana viva y completamente sana, por las dudas. Sino que probaron con otros materiales como agua, una bellota y varios materiales comunes. Para ello tuvieron que usar un campo magnético verdaderamente potente, pero los experimentos demostraron que esta manera es, probablemente, la forma más parecida de alcanzar la antigravedad que jamás hayamos visto. Los materiales y seres vivos no sufrieron daño o consecuencia alguna. De hecho, la propia rana no parecía demasiado alarmada al situarse dentro del súper imán. Según explicaron los físicos, después fue devuelta al departamento de zoología sin más problemas. El caso es que todavía no hemos contestado a la pregunta: ¿por qué una rana? La respuesta es muy sencilla (y tal vez un poco redundante). Y en ella está la base del Ig Nobel que ganaron estos físicos: ¿por qué no? Es decir, la gente está acostumbrada a que la ciencia realice progresos impresionantes con dispositivos Probablemente esto sea lo más cerca que estemos jamás de alcanzar la antigravedad
difícilmente entendibles por la mayoría de la sociedad. Hacer levitar un material sofisticado y de difícil pronunciación no habría sorprendido tanto.
Sin embargo, hacer levitar a una pequeña rana, viva, demuestra que la física nos afecta a todos y de maneras insospechadas. Además, hay que admitir que impresiona muchísimo más ver a una rana levitar que a un pedazo de no-se-qué metal. Con todo esto, Geim y Berry solo querían aportar un poco de divulgación a la ciencia a la vez que demostraban en un ser vivo un principio (el del magnetismo) que se había observado, pero nunca hasta ese punto.
Los conocimientos moleculares adquiridos con esta investigación probablemente influenciaran, años después, a que Geim publicara la investigación sobre generación y posibilidades del grafeno que le granjearían el Nobel de 2010. Este físico, además, es conocido por su sentido del humor científico, no solo por hacer levitar ranas, sino por haber publicado un paper (muy bueno, por cierto) donde nombró a su hamster, Tisha, co-autor del trabajo. Una demostración que el buen humor, la ciencia más dura y la sociedad no están separados. De ninguna manera. De hecho, solo hay que encontrar la manera adecuada, ya sea levitando ranas o sintetizando grafeno, para mostrar que la ciencia es interesante y fácil de entender desde el punto de vista acertado.
Agradecemos a Santiago Campillo
Fuente: http://bit.ly/1l2tCZH
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